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Nº 132

CULTURA / GALERÍA DE ARTE
Caroline, Queen Mother de Bangate, una historia de superación, justicia y libertad

Por Sara Saiz Fernández, estudiante de 3º de ESO en el IES Orbe Cano de Los Corrales de Buelna. Trabajo realizado en Valores Éticos con la profesora Pilar Lobeto Guerras.

Caroline es un personaje de ficción basado en una historia real de muchas mujeres de África que aún hoy en día luchan por sociedades más justas.

Caroline cuenta hoy su historia frente a cientos de personas, nunca lo había hecho delante de tantas. Narra cada instante, cada momento, cada lágrima y cada sonrisa mirando a los ojos de las mujeres que la observan desde sus asientos. Están acurrucadas bajo sus burkas y buscando el camino para, poco a poco, construir su libertad.

Yo me incorporo en el asiento. Hasta ahora la charla me había resultado un poco aburrida y monótona, pero aquí llega ella, con sus preciosos trajes de colores y sin complejos. Su voz ronca su cultura de amazona y una sonrisa que ilumina toda una sala.

Los derechos se conquistan, la justicia se reclama y sólo así se obtiene. Tenemos responsabilidades como mujeres y como ciudadanos para salvaguardar las libertades de las generaciones. Así nos contó su historia.

Los orígenes

Amanecía en los valles de Yaundé, todo el poblado estaba activo y en marcha, todo estaba preparado. Las niñas hablaban entre ellas y se acicalaban las unas a las otras como si de un día cualquiera se tratase, pero la mirada cómplice de los adultos hizo entender a Caroline que no las esperaba algo bueno.

 

Corría el año 1978 y la mayoría de las niñas ya habían cumplido los 15 años, por no decir que todas menos ella. Aún quedaban meses para ello. Contraria a las demás, Caroline no quería crecer a toda prisa y comenzar con todos los trajines que conllevaba ser adulto en su poblado. Quería abrazarse a la temporal libertad que la niñez las concedía. Pronto entendió que todo eso había terminado, que sus años de despreocupación habían terminado. Muchas de sus amigas estarían alegres por esta misma razón. Ella entendió que la tocaba luchar.

Corrió a los brazos de su abuelo, para ver si aquello que tanto la preocupaba era verdad. El monarca se encontraba hablando de asuntos importantes, asegurándose de que todo en aquel poblado estuviera en orden. Pero en cuanto vio aparecer a Caroline en su busca terminó rápidamente la conversación para reunirse con su niña.

La noticia fue dura e inevitable, y no se puede decir con exactitud a quién de los dos le dolía más la verdad, pues esa noche Caroline se tendría que enfrentar a la ceremonia que la haría mujer.

 

Todas ellas serían embadurnadas con un asqueroso aceite que debía de ser repulsivo para las serpientes, pero que atraía al resto de animales, y serían abandonadas en medio de aquel profundo y oscuro bosque que tantas pesadillas había despertado en las mentes de todas. Caroline pataleo, bufó, lloró y no dejó de repetir una y otra vez que todo aquello era estúpido. El enfrentamiento entre las tradiciones y las libertades la ocupaba desde muy pequeña.

Aquel infierno duró dos días y dos noches. En aquellos días Caroline sufrió horribles picaduras que la provocaban terribles alucinaciones, oyó sufrir y pedir ayuda a niñas con las que compartió toda su infancia.

Lo más avergonzante para su familia, reyes del poblado, habían sido los gritos desesperados y de rebeldía que Caroline emitía insultando las costumbres y cuestionando la sensatez de todo aquello.

Caroline salió viva y fuerte de aquella ceremonia, tal y como dictaba la tradición pero también con una resolución clara de cuestionar el papel que le tocaba vivir.

La responsabilidad

Con el paso de los meses y su repentina llegada a la vida adulta, a Caroline se le empezó a hacer pequeño su poblado y decidió irse, comenzando una nueva vida en la capital. Allí descubrió nuevas caras, nuevos olores y nuevos sonidos. Descubrió una nueva vida que pensó podía llegar a ser su vida, dejando de un lado los privilegios del reinado del abuelo y sus obligaciones.

Sin embargo, las responsabilidades no se pueden hacer a un lado fácilmente y Caroline estaba a punto de averiguarlo una vez más. Se encontraba tumbada en su cama, mirando al techo, respirando el aire que traía consigo el olor a comida y a especias, como era natural al mediodía, cuando alguien aporreó la puerta. Caroline se extrañó, nadie salvo su prima solía visitarla, y esta se encontraba de viaje desde hace días. Terminó cediendo al impaciente golpeteo para así encontrarse con algo mucho peor que un atracador.

Caroline aceptó la carta que aquel niño le había traído como encargo y le dio a este el dinero que le habían prometido a cambio de traerle el papel. Era de su abuelo, aquello no podían ser buenas noticias.

El padre de Caroline, monarca del poblado, había comenzado a sufrir graves fiebres que terminaron llevándose la vida del hombre, y con ello una importante porción del futuro en libertad de la chica.

El abuelo recibió a su nieta para explicarle lo inevitable: tenía que casarse, tenía que asegurarse un futuro junto a un hombre que la cuidara cuando el anciano ya no estuviera junto a ella. Las mujeres de su familia la animaban, la contaban las preciosas telas que estarían a su disposición. Le hablaban de todas las cosas que como heredera casada podría hacer. Todas, menos vivir como ella quería. Caroline quiso llorar, quiso volver a gritar que aquello era una injusticia, pero ante la gravedad de la situación y la tristeza de la pérdida de su padre sólo le quedaron fuerzas para asentir.

La conquista de la justicia

Contrajo matrimonio, para la sorpresa de todos, pero nunca se conformó con aquella vida, ella era joven, y se merecía algo mejor que el título de la sexta mujer de un hombre de la edad de su abuelo que había tardado meses en aprenderse su nombre.

Todas las tardes que él pasaba junto a ella, cada rato que tenían en privado, ella le repitió una y otra vez lo irresponsable que era haberse casado con ella, el monstruo en que le convertía tener tantas mujeres y no poder amarlas a todas, lo inhumano que eso era.

 

Para desgracia de todos, excepto para nuestra Caroline, el hombre decidió repudiarla, lo anunció públicamente, diciendo que no tenía todas las cualidades que debía de tener una mujer para él.

Caroline lloró aquella noche, ni ella misma entendió muy bien si lloraba de alegría, por ser libre de nuevo, o de rabia, por haber fallado de esa manera a su familia. Ni al día de hoy lo sabe muy bien.

Caroline cuenta hoy su historia frente a cientos de personas, con ojos penetrantes, con la convicción de quien ha superado la prueba y quiere ofrecer un atajo a otros para ofrecerles la ilusión de igualdad y libertad.

La libertad y responsabilidad compartida

Ahora es alcaldesa de Bangate e intenta que todos los niños y las niñas vayan a la escuela. Que el agua potable llegue a la mayor parte de casas posibles y anima a todas las mujeres para que tomen las riendas de su destino. Preside además una red de mujeres africanas alcaldesas y concejalas. Se apoyan y comparten sus historias con el resto del mundo, para recordar que la justicia muchas veces no viene hecha, hay que hacerla.

Yo camino hacia casa con las emociones y las lecciones aprendidas. Caroline no sólo se limitó a coger las riendas de su vida, ayuda a otras personas a tomarlas.

Decenas de miles de personas, mujeres y hombres, de todo el mundo han arriesgado para mejorar su situación y la de otros. Nuestra sociedad es el resultado de esos sacrificios y lecciones.

Cientos de miles siguen luchando cada día por derechos que otros asumimos como eternos y conquistados.

 

            ¡Tomemos las riendas, responsabilicémonos del destino!


Caroline es un personaje de ficción basado en una historia real de muchas mujeres de África que aún hoy en día luchan por sociedades más justas.
La primera vez que oí sus historias era muy pequeña y sólo comprendía en parte su valentía. Hoy ya puedo entenderlas cuando las veo hablar, como en esta entrevista y muchas más.

Si queréis conocer a una Caroline pincha AQUÍ



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